jueves, noviembre 16, 2006



Jóvenes Líderes Blog
Juan Pablo Bulnes
Miembro de
JÓVENES LÍDERES

Columna de la Semana
"Educación Superior ¡un cambio urgente! "

Desde hace algún tiempo se ha anunciado el mejoramiento de las posibilidades de acceso a la Educación Superior a través de la ampliación de la cobertura de créditos y becas universitarias. Es, sin duda, un importante avance cuantitativo. Al mismo tiempo se ha abierto un debate cualitativo respecto del perfil de egreso en cada una de las carreras impartidas. Esto implica la modificación de las mallas curriculares de pregrado en cuanto a la flexibilidad y duración de éstas.

El actual perfil de egreso debe ser pensado y reformulado a la luz de tres criterios que son, a mi juicio, fundamentales:

El primero se refiere al perfil de ingreso a la Educación Superior. La necesidad de nivelar a quienes llegan de una educación media deficiente se ha usado como argumento para justificar la duración actual de las carreras. Da la impresión de que la Educación Superior se ha transformado en una especie de subsidio permanente o garante de la ineficacia de la enseñanza escolar. En este sentido urge remediar algunas deficiencias de la educación escolar: la rigidez del curriculum, la inamovilidad y calidad de los docentes, el n mero de alumnos por curso y la dependencia administrativa y financiera de los colegios municipalizados respecto de su comuna.

El segundo combina dos elementos fundamentales de la Educación Superior. Por un lado la formación general del alumno que debe generar capacidades, (y no sólo una acumulación de conocimientos), a través de una plataforma interdisciplinaria de asignaturas de alto contenido formativo, común a todos los alumnos e incluida en la malla curricular durante los primeros años de estudio, lo que ya ha sido implementado por algunas Universidades de nuestro país. Por otro lado, una etapa de alta especialización conforme a los intereses y necesidades del alumno, pero sin dejar de lado las asignaturas mínimas necesarias en la formación del profesional según su disciplina. Todo lo anterior sólo puede ser satisfecho a través de la implementación de mallas curriculares flexibles y con profesores altamente calificados. El modelo de Bologna flexibilizó y redujo, dentro de los márgenes mínimos exigidos por cada disciplina, el curriculum para permitir que cada alumno oriente su formación según sus expectativas académicas y proyecciones laborales. Esto implicó la disminución del pregrado y la incorporación de un magíster en la misma cantidad de años.

El tercero son las actuales exigencias laborales que implican un grado de especialización cada vez mayor, en un marco de competencia nacional e internacional. En Chile existe uniformidad rigurosa en la formación de los licenciados, una especie de fábrica de modelos en serie sustentado en el principio mejor saber un poco de todo. Así el egresado queda sólo con la posibilidad de especializarse en el último semestre de la carrera o peor aún, durante el ejercicio mismo de su profesión, debiendo enfrentar una nueva etapa de adquisición de capacidades orientadas, esta vez, al correcto desempeño de su actividad laboral.

A modo de ejemplo, un ingeniero comercial recién egresado que quiere optar a los mejores trabajos debe contar con un MBA y dominar el inglés, lo que en términos prácticos significan ocho años de estudio, casi el equivalente a dos carreras universitarias.

La solución de estos problemas es de interés nacional. Es necesario entonces un debate serio y público, el que debe promoverse en el marco de Mecesup II que ha i el Gobierno con la ayuda del Banco Mundial, incluyendo una modificación a la Ley orgánica constitucional de educación. Es evidente que este programa tendrá injerencia en los futuros estudiantes pero además ser un aporte definitivo en la consolidación del desarrollo del país.

Juan Pablo Bulnes
Miembro de Jóvenes Líderes
www.joveneslideres.cl




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